Los siguientes pergaminos se
encuentran en el libro “El vendedor más grande del mundo” de Og Mandino.
En
el mismo, se presenta la leyenda de Hafid, un camellero de hace dos mil años, y
su ardiente deseo de mejorar su humilde condición. A fin de poner a prueba su
habilidad en potencia, es enviado a Belén por su señor Pathros, el gran
mercader de caravanas, a vender un sólo manto. Fracasa y, en cambio, en un
momento de compasión, regala el manto para abrigar a un bebé recién nacido en
una cueva cerca de la posada.
Hafid
retorna a la caravana avergonzado, pero viaja acompañado de una estrella
brillante que resplandece sobre su cabeza. Este fenómeno es interpretado por
Pathros en el sentido de que es una señal de los dioses, y le obsequia a Hafid
diez pergaminos antiguos que contienen la sabiduría necesaria para que el joven
realice todas sus ambiciones.
Esta
historia obsesionante presenta también los escritos completos de los pergaminos
originales. Hafid aplicó los principios
de éxito de dichos pergaminos, para convertirse en el vendedor más grande del
mundo.
Aquí
presentamos un resumen de cada pergamino, pero puedes ingresar a cada título
para leer el pergamino completo (sugerimos realizar esto):
El Pergamino Número Uno: “Hoy comienza
una nueva vida”
A pesar
de haber escogido esta carrera repleta de oportunidades a la vez quede angustia
y desesperación, no fracasaré como los otros.
Debo
practicar el arte de la paciencia porque la naturaleza no procede jamás con
apresuramiento.
La
experiencia de alguien que tuvo éxito
en el pasado, será impracticable mañana.
La
única diferencia entre los fracasados y los exitosos en la vida reside en la
diferencia de sus hábitos. Los buenos son la clave, los malos, la puerta al
fracaso.
Me
formaré buenos hábitos y seré esclavo de ellos.
Cada uno de los pergaminos contiene un
principio que sustituirá un hábito malo por uno bueno.
El
primero de mis nuevos hábitos será leer
cada pergamino durante 30 días antes de leer el siguiente. Primero, en
silencio, al despertar. Luego, tras la comida del mediodía. Por último, y en
voz alta, antes de acostarme.
La
repetición diaria convertirá al nuevo hábito en parte integral de mi mente
activa para pasar a formar parte de mi mente inconsciente, la que crea mis
sueños.
Al
convertirse en hábito, al practicarlo diariamente, se hace fácil y entonces,
placentero.
Hoy
soy una nueva persona, con una nueva vida.
El Pergamino Número Dos: “Saludaré el
día con amor en mi corazón”
Es el secreto más grande del éxito de
toda empresa.
Sólo
el poder invisible del amor puede abrir el corazón del hombre.
Haré
del amor mi arma más poderosa. Les derretirá el corazón.
Contemplaré
todas las cosas con amor. Elogiaré a mis enemigos y serán amigos míos. Animaré
a mis amigos y se volverán mis hermanos. Amaré
a todas las clases de hombre porque cada uno tiene cualidades dignas de ser
admiradas, aunque están ocultas. Derribaré la muralla de la sospecha y en su
lugar edificaré puentes hasta sus almas.
El
amor es mi arma para abrir corazones y también para protegerme del odio y la
ira de otros. Si me agreden, me dirigiré a ellos en silencio e internamente les
diré que los amo.
Me amaré a mí mismo y
vigilaré celosamente todo lo que entra en mi mente, mi cuerpo y mi corazón. No
mimaré los apetitos de la carne. Trataré mi cuerpo con limpieza y moderación.
Impediré que mi mente sea atraída por el mal o la desesperación. Los estimularé
con conocimiento y sabiduría. No permitiré que mi alma se vuelva complaciente y
satisfecha. La alimentaré con la meditación y la oración.
Amaré a toda la humanidad.
El odio no corre por mis venas porque no tengo tiempo para odiar.
Por
más habilidades y conocimiento que tenga, sin amor fracasaré.
El Pergamino Número Tres: “Persistiré
hasta alcanzar el éxito”
Todos
los días la vida me pone a prueba de nuevo. Si persisto, alcanzaré el éxito.
Me
abstendré de escuchar aquellos que lloran o se quejan, porque la enfermedad es
contagiosa.
Siempre daré un paso más.
Jamás
aceptaré la derrota y borraré de mi vocabulario fracaso, no puedo, imposible,
improbable, irrealizable, abandono, impráctico, sin esperanzas o retirada.
Trabajaré y aguantaré manteniendo la
vista fija en mis metas. Recordaré la ley del promedio: con
cada fracaso estaré más cerca del éxito.
Tampoco
permitiré que mis éxitos me hagan caer en la complacencia del hoy: es el
fundamento del fracaso.
Si persisto lo suficiente alcanzaré la
victoria.
El Pergamino Número Cuatro: “Soy el
milagro más grande de la Naturaleza”
Nunca
ha existido ni existirá nadie como yo: con mi me mente, mi corazón, mi mente,
mis oídos, mi boca.
Soy
una criatura única: el milagro más
grande de la Naturaleza.
Proclamaré
mi singularidad al mundo. Nadie venderá como yo. Promoveré esta diferencia.
No
imitaré a otros. Venderé, proclamaré y sentiré orgullo de mi diferencia.
Tengo
un potencial ilimitado y sólo uso una pequeña porción de mi cerebro y ejercito
una ínfima parte de mis músculos.
No
quedaré nunca satisfecho con los éxitos del ayer. Puedo hacer mucho más de lo
realizado y lo haré.
Estoy
con un propósito en esta tierra. Así que concentraré todos mis esfuerzos y me autoexigiré
el máximo potencial.
Acrecentaré
mis conocimientos. Practicaré, mejoraré y puliré mis palabras y mis modales
para que atraigan como el azúcar que atrae a los demás.
Dejaré
los problemas de casa en casa y los del trabajo en el trabajo. Así me mantendré
unido a los dos. Ni el hogar ensombrecerá mis negocios ni mis negocios apagarán
mi amor.
Tengo ojos para ver y mente para
pensar: con cada victoria, la próxima lucha será más fácil.
Venceré
porque soy único, singular.
El Pergamino Número Cinco: “Viviré
este día como si fuese el último de mi vida”
No
perderé ni un momento en lamentarme por las desgracias del ayer. Ha quedado
sepultado para siempre. No pensaré más en él.
Este
día es todo lo que tengo. Doy gracias
por el don de un nuevo día.
Soy
afortunado. Las horas de hoy, algo extra, inmerecido.
Trataré
con ternura y afecto cada hora porque no volverán jamás.
Destruiré
la indecisión con acción, el temor con confianza y sepultaré las dudas bajo la
fé.
Los
deberes de hoy cumpliré hoy.
Saborearé
este día y daré gracias.
Cada
minuto de hoy será más fructífero y fecundo que las horas de ayer.
Mi
último día deberá ser mi mejor día.
El Pergamino Número Seis: “Hoy seré
dueños de mis emociones”
La
Naturaleza es un ciclo de estados de ánimo y yo soy parte de ella.
Si
ofrezco a mis clientes lluvia y tinieblas, reaccionarán con tristeza. Si
ofrezco gozo, claridad y entusiasmo, reaccionarán con alegría y mi tiempo será
productivo.
Débil es aquel que permite que sus
pensamientos controlen sus acciones.
Si
estoy deprimido, cantaré.
Si
sólo, reiré.
Si
enfermo, redoblaré mi trabajo.
Si
con miedo, me lanzaré adelante con acción.
Si
inferior, vestiré ropas nuevas.
Si
inseguro, levantaré la voz.
Si
pobre, pensaré en riqueza.
Si
incompetente, recordaré éxitos pasados.
Si
insignificante, pensaré en mis metas.
Pero
también:
Si
confianza excesiva, recordaré mis fracasos.
Si
inclinado a la buena vida, recordaré hambres pasadas.
Si
complacencia, recordaré mis competidores.
Si
todopoderoso, intentaré detener el viento.
Si
alcanzo grandes riquezas, pensaré en una boca hambrienta.
Si
orgulloso en exceso, recordaré momentos de debilidad.
Si
pienso que mi habilidad no tiene igual, contemplaré las estrellas.
Con
todo este nuevo conocimiento comprenderé y recordaré los estados de ánimo de
los demás.
Reconoceré
e identificaré el misterio de los estados de ánimo de la humanidad y míos
mismos.
Los dominaré y controlaré mi destino.
Hoy
controlo mi destino, seré dueño de mí mismo, seré grande.
El Pergamino Número Siete: “Me reiré
del mundo”
De
todos los seres vivos sólo el hombre puede reírse.
Cultivaré el hábito de la risa.
Es el gran secreto de la larga vida.
Y,
especialmente, reírse de uno mismo.
Tres
palabras conseguirán que el buen humor no se aparte de mí: “ Esto pasará
también”.
Trabajaré
para no estar triste. Disfrutaré la
felicidad de hoy. Me reiré de mis fracasos y se desvanecerán. Me reiré de
mis éxitos y quedarán reducidos a su verdadero valor.
El
día será triunfante sólo cuando mis sonrisas provoquen risas en otros.
Nunca
me permitiré ser tan sabio, tan importante, tan reservado, tan poderoso que me
olvide de reírme de mí mismo y del mundo.
Seguiré
siendo siempre un niño porque sólo así puedo admirar a otros y mientras lo
haga, no tendré una opinión excesiva sobre mí mismo.
Mientras
pueda reírme, jamás seré pobre. Sólo con la risa y la felicidad puedo alcanzar el éxito.
Seré feliz y tendré éxito.
El Pergamino Número Ocho: “Hoy multiplicaré
mi valor en un 100%”
El
trigo no puede elegir ser alimento para puercos, molido para pan o sembrado
para su multiplicación. Yo tengo la facultad de escoger.
Fijaré metas para el día, el mes, el
año y mi vida.
Recordaré
mis mejores trabajos y los multiplicaré en un 100%.
Si
tropiezo, me levantaré de nuevo. Todos los hombres deben tropezar antes de
llegar a su hogar.
Sobrepasar
los hechos de otros carece de importancia. Sobrepasar los propios, lo es todo.
No
habrá escapatoria de mí mismo hasta que mis palabras se conviertan en hechos.
No
apuntaré demasiado bajo.
No
trabajaré como lo haría un fracasado.
Extenderé
siempre mi brazo más allá de lo que esté a mi alcance.
Nunca
quedaré contento con mi actuación.
Ampliaré
siempre mis metas una vez alcanzadas.
Procuraré
que la próxima hora sea mejor que esta.
Pero
sobretodo, nunca proclamaré mis éxitos. Que el mundo se me acerque con alabanza
y que yo tenga la sabiduría de recibirlo con humildad.
El Pergamino Número Nueve: “Procederé
ahora mismo”
Los
sueños sin acción carecen de valor.
La
acción es el alimento y la bebida que nutrirán mi éxito.
Me
convertiré en luciérnaga. Sólo proyecta su luz cuando está en movimiento. Y así
iluminaré el mundo.
No
eludiré las tareas de hoy ni las postergaré. Es mejor actuar y fracasar que
quedarse quieto o sobrevivir a duras penas.
Saltaré
de la cama en lugar de dormir una hora más, como el fracasado.
Sólo
la acción determina mi valor y para multiplicarlo, multiplicaré mi acción.
Trabajaré cuando el fracasado busque
descanso.
El
ahora es todo lo que tengo.
Si
el león siente hambre, come. Si el águila tiene sed, bebe. Si no lo hicieran,
morirían.
Yo siento sed de éxito.
Hambre de felicidad y paz mental. Si no actúo, pereceré en mi vida de fracaso.
El
éxito no espera.
El Pergamino Número Diez: “Oraré
pidiendo dirección”
¿Qué
hombre con poca fé no ha invocado a su Dios en un momento de angustia o
desesperación ?
¿No
son nuestros clamores una forma de oración?
Oraré,
pero no pidiendo cosas materiales, sinó dirección.
Clamaré
orientación, señales en el camino.
Recuerda
que en esta página sólo se muestra un resumen de los 10 pergaminos.
Ahora
déjanos tu comentario, ¿cuál de los 10 pergaminos crees que te será de mayor
utilidad en tus metas financieras?
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